Ticio, hijo de Júpiter y Elara, aparece encadenado a la roca en el Tártaro mientras un águila devora eternamente sus entrañas. El gigante fue castigado por intentar seducir, instigado por Juno, a una de las amantes de su progenitor.
El tema de los condenados o Furias -Ticio, Ixión, Tántalo y Sísifo- alcanzó cierta popularidad en el arte europeo de la Edad Moderna, siendo muy utilizado en decoraciones palaciegas. Se interpretaban como representación del poder implacable de la dinastía reinante, frente a la infidelidad, la soberbia y la arrogancia de aquellos que atentaban contra la supremacía de la Monarquía. Ribera conoció probablemente a través de estampas las llamadas Furias del Alcázar de Madrid, que Tiziano hizo para María de Hungría con idéntico argumento y tema.
Este tipo de composiciones dio ocasión al autor de hacer obras de gran tamaño y de formas monumentales que, en este caso, se adecuan muy bien al estilo fuerte y poderoso de Ribera.
Adquirido junto al Ixión (P1114) en 1634 a la marquesa de Charela, probablemente con destino al Palacio del Buen Retiro.
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