Dentro de una elaborada guirnalda de flores, frutas y animales, aparece un cuadro en el que se representa a María con el Niño en el brazo derecho y una corona de flores en la mano izquierda.
Las pinturas de la Virgen enmarcadas por guirnaldas eran muy estimadas en el mundo flamenco, como respuesta a la Reforma protestante que negaba la validez de las representaciones de la Virgen y los santos.
Brueghel se hizo eco de la necesidad de los coleccionistas católicos de poseer imágenes de devoción de María, situándolas dentro de guirnaldas en las que mostraba su capacidad para la representación de motivos naturales. Aunaba así la imagen religiosa con una pintura visualmente muy atractiva.
Hendrick van Balen, colaborador habitual de Brueghel, fue el autor de las figuras, para las que se basó en modelos de Rubens.
La obra fue probablemente enviada a Madrid por la infanta Isabel Clara Eugenia hacia 1620-30, aunque no aparece perfectamente documentada hasta 1794 cuando colgaba en el Palacio Real de Madrid.