Varios guardas, uno de ellos en evidente actitud chulesca, vigilan el camino para evitar el paso de mercancías de contrabando. Junto a la patrulla se encuentran otras tres figuras, probablemente vecinos de un pueblo cercano.
El precio del tabaco en el siglo XVIII y el monopolio estatal sobre su venta provocó numerosas críticas por parte de los intelectuales ilustrados a la existencia de contrabando de este producto, pero también a la ineficacia de la justicia. La sierra del fondo, de clara inspiración velazqueña, es el marco en que Goya sitúa a estos guardianes de la ley, cuya posición desafiante pretende presentarlos como héroes opuestos al contrabandista, ensalzado por la literatura popular.
Realizado como cartón para uno de los tapices del antedormitorio de los Príncipes de El Pardo, estos guardas son, por sus posturas y actitudes, el contrapunto masculino a escenas femeninas como El columpio (P785) o Las lavanderas (P786), que colgaban justo en frente a ellos.