Rodeados de algunos cortesanos y sirvientes cazadores, los archiduques Alberto e Isabel, gobernadores de los Países Bajos españoles, descansan durante una de sus batidas a la sombra de un gran álamo. Al fondo, se representa el Palacio de Mariemont, cerca de Bruselas, una de las residencias favoritas de los Archiduques.
Brueghel realiza una descripción precisa del paisaje, casi captado topográficamente, en la que incorpora ciertos elementos repetidos en otras de sus obras. Formalmente se caracteriza por continuar la tradición al situar el horizonte muy alto en la composición, tal y como era costumbre en los paisajistas flamencos anteriores.
El componente político de la pintura es muy relevante. Se representa a los gobernantes ejerciendo el derecho de la caza, reservado a la aristocracia, a la vez que se hace hincapié en la riqueza de los campos en los Países Bajos.
Se localiza en el Alcázar de Madrid en 1636, como parte de los muchos cuadros enviados desde Bruselas con los que se pretendía mostrar a Felipe IV la magnificencia del gobierno de los Archiduques.
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