San Juan está representado con sus símbolos habituales, la cruz con la filacteria y el lema “Cordero de Dios”, y junto a la imagen de este animal, que tiernamente acaricia su primo, el Niño Jesús. La fuente de la derecha aludiría doblemente al Bautismo de Cristo y a su condición de fuente de vida.
La visión cercana, humana y cotidiana de los dos niños responde a una tradición posterior a la Contrarreforma de la Iglesia Católica, cuando se popularizaron estas escenas de devoción entre los fieles, pero también entre los coleccionistas de pintura.
Van Dyck utiliza una composición muy habitual entre sus retratos dobles, combinando la visión frontal de un personaje, con el perfil en escorzo del otro, con lo que consigue dotar a la obra de un mayor dinamismo formal.
La pintura fue atribuida sucesivamente a Jordaens, Rubens y Van Dyck, siendo probablemente la que ingresó en la Colección Real en 1691 procedente de la colección del marqués de El Carpio.
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