Tendido sobre su costado derecho, un varón de espaldas se alonga dejando completamente extendidas la pierna y el brazo derechos. El cuerpo, situado en oblicuo respecto al borde inferior del papel, está en el primer término nítidamente definido, mientras que los pies de la figura se difuminan esbozados con toques ligeros de carboncillo que los insinúan. El cuidadoso modelado de la musculatura de la espalda y del brazo derecho destaca delicadamente los volúmenes de la anatomía con clarión sobre el tono ocre de la preparación del papel, remarcados con el propio carboncillo mediante líneas cortas y precisas que ensombrecen el contorno de la silueta y subrayan la huella dorsal, concediendo a la descripción de esa parte del cuerpo un carácter vívido y real, que traduce perfectamente la presencia reposada y viril de un guerrero caído.
El dibujo se ha asociado con la preparación de uno de los encargos más importantes que José de Madrazo atendió durante los años de su estancia en Roma, La disputa de griegos y troyanos por el cuerpo de Patroclo, pintura de grandes dimensiones hoy desaparecida, para la decoración de la llamada estancia de Augusto en el palacio de Monte Cavallo en el Quirinale, en Roma, uno de los aposentos en los que se instalaría la emperatriz María Luisa de Austria a la llegada de Napoleón a la Ciudad Eterna.