Representa el momento en que el dux de Génova sale a recibir al marqués de Santa Cruz, en agradecimiento de la ayuda prestada para liberar a la ciudad del sometimiento a las tropas del duque de Saboya, en el año 1625.
La obra muestra las características del estilo juvenil de Pereda, en el que conviven la suntuosidad cromática con el gusto por la factura minuciosa y detallada. Destaca el juego tenebrista de la luz, apreciable en el alabardero de espaldas, y la vista de la ciudad, que responde al prototipo de ciudad flamenca, probablemente tomada a través de estampas.
Formó parte de la serie de pinturas encargadas en 1634 para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, junto a otras obras que conmemoraban hazañas bélicas del reinado de Felipe IV. Fue llevada a París por el general Sebastiani durante la Guerra de la Independencia y permaneció en el mercado internacional hasta ser donada al Museo en 1912.
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