Retrato, Teresa Vergara, esposa del artista
Está retratada a sus 23 años, sentada en el banco de piedra de un jardín, de frondosa arboleda, que apenas deja entrever el cielo. De rostro atento e inexpresivo, se peina con moño alto, adornándose con un cintillo negro y zarcillos. Viste un traje blanco con un chal carmesí que le cae por el hombro, sujetando sobre el regazo un libro entreabierto. [...] Así, la esposa de Balaca se llamaba Teresa Vergara Domínguez y había nacido en la población malagueña de Alora el 7 de septiembre de 1852. Huérfana a los dos años, vivió desde entonces con sus tíos y padrinos, el embajador Teófilo Buligni y Timoni y su esposa Ángela. Tras estudiar en un convento de religiosas, casó con Balaca a los 18 años, naciendo del matrimonio dos hijos, Eduardo y Cristina. Viuda desde los 27 años -dos después de ser retratada por su marido-, murió en Madrid a los 84 años de edad, el 28 de marzo de 1936.
Su reducido formato indica su destino como retrato portátil o de gabinete, para uso estrictamente íntimo y familiar; carácter que viene a confirmar la identidad de la modelo y la dedicatoria de la firma. Por razones obvias, es uno de los retratos más deliciosos pintados por Ricardo Balaca a lo largo de toda su carrera por la jugosidad de su factura, minuciosa y detenida, atenta al detalle, con un colorido brillante y fresco, que resuelve los pliegues del vestido en infinitos matices. Por otra parte, su iconografía, formato y soporte lo relacionan con el interesante Autorretrato ecuestre perteneciente al Museo del Prado, que se pintó Balaca en esos mismos años [...].
CAMPS CAZORLA, Emilio. Inventario del Museo Lázaro Galdiano (1948-1950). DÍEZ, José Luis. La Pintura Española del siglo XIX en el Museo Lázaro Galdiano. Valencia: Fundación Bancaja, 2005. p. 54; FUNDACIÓN LÁZARO GALDIANO. Guía breve del Museo Lázaro Galdiano. Madrid: FLG, 2005. p. 64. Guía breve del Museo Lázaro Galdiano. Madrid: FLG, 2010. p. 64. PARDO CANALÍS, Enrique. Ricardo Balaca en el Museo Lázaro Galdiano. 1961. pp. 55-56; Revista Goya nº 91.
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