Desde al menos 1599, Francisco Pacheco estaba realizando su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones. Es una colección de retratos dibujados de personajes españoles que habían destacado en el campo de la política, la religión, las letras y las artes. Para llevar a cabo su empresa recurrió a diferentes personas e instrumentos. Su amigos literatos le proporcionaron varios poemas, y en 1622 aprovechó que su yerno, Diego Velázquez, viajó a la corte para solicitarle un retrato de Gongora.
Tras la redacción de las Soledades y el Polifemo (1613) Góngora se convirtió en uno de los literatos más conocidos y polémicos del país. Probablemente la fama del modelo -más que la calidad del original- fue la causa de que se hicieran varias copias del retrato de Velázquez, de las que han pervivido una en el Museo Lázaro Galdiano, otra en una colección particular y la del Museo del Prado. Ésta, que el exámen técnico invita a fechar unos años más tarde que 1622, se consideró el original de Velázquez hasta que Justi y Beruete adviertieron sobre el carácter formulario de su técnica. El retrato de Góngora y la notable difusión que alcanzó se vincula con la incorporación al género en torno a 1600 de una nueva clase de "hombres ilustres", formada por literatos y otros intelectuales y artistas, que desde esa época aparecieron con creciente frecuencia. En muchos casos sus efigies son parecidas a la del escritor cordobés; es decir en ellas hay un enfásis en los rasgos personales, y con asiduidad se prescinde de referencias retóricas. Esa conversión del escritor en "hombre famoso" explica la presencia de diversas imágenes de Góngora en colecciones particulares y el hecho de que sus descriptores fueran capaces de reconocerlo.
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