Infundir miedo o admiración aparentando lo que no se es, oculto bajo vestimentas, fue un tema empleado por Goya en uno de sus Caprichos, y volverá de nuevo a ser utilizado en los Disparates. Si en el Disparate de miedo el fantasmón atemorizaba a los militares, en esta estampa ocurre más bien lo contrario, pues las figuras del primer término no parecen sino muñecos de madera cubiertos con ropa, y por tanto su amenazante actitud induce al grupo de personajes del segundo plano a la burla. Es patente en esta estampa el característico uso del blanco del papel como elemento para llamar la atención sobre las figuras de más alto valor simbólico, en este caso el manto del monigote y la figura que levanta en gesto desvergonzado su pierna.