La mole pétrea de la sierra madrileña es representada por Beruete desde las cercanías de Madrid, siendo este elemento natural, el preferido por el pintor para sus paisajes serranos. La pintura ilustra la recuperación de este espacio natural como eje de la política regeneracionista que llenó la vida pública en el cambio del siglo XIX. Entendida como “espina dorsal de España”, la sierra encarnaba simbólicamente lo valores defendidos por la Generación del 98.
Al valor intelectual de esta pintura se une la elevada capacidad pictórica de Beruete. Como característica esencial sobresale la utilización de una línea horizontal que cierra la composición, de manera similar a como trabajaban otros paisajistas europeos del momento. La utilización de una pincelada rápida y un colorido parco, son valores técnicos que se relacionan con la pintura de Velázquez, quien utilizó la misma sierra como fondo de algunos de sus retratos.
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