Escena religiosa
Sobre una nube sostenida por un ángel mancebo, un santo, vestido con túnica y manto, y de rostro anciano con luengas barbas, se arrodilla ante la divina presencia del Padre Eterno y Jesucristo, sentados en gloria rodeados de querubines, para suplicarles su suprema gracia para un numeroso grupo de pobres devotos que imploran su favor.
El perfilado de su formato en todo el perímetro del lienzo para ajustarlo a unas proporciones determinadas, así como su factura, rápida y sintética, indican inequívocamente que se trata del boceto preparatorio para una pintura de mayor tamaño, seguramente un fresco para alguna iglesia, a tenor de su composición alargada y la distribución de los grupos de figuras en un espacio muy amplio, absolutamente inhabitual para cuadros de altar, salvo en el caso de las predelas. Por otra parte, la indefinición de los rasgos y atributos del santo no permiten precisar su identidad. En este sentido, parece recibir de la divinidad un objeto circular, quizá un pan, por lo que pudiera tratarse de San Elías. Sin embargo, la indefinición de este objeto, apenas un grumo de color, no permite constatar la verdadera identidad del santo que, incluso, podría tratarse de un apóstol, debiendo responder en todo caso a una advocación local de alguna población valenciana. Ya Camps lo consideró como anónimo español del primer tercio del siglo XIX en el ciclo de Vicente López, recordanto en efecto a este artista los recursos compositivos, la gama cromática e incluso los modelos humanos, especialmente el hombre arrodillado con los brazos abiertos. Sin embargo, la factura del boceto, de trazos rectos y angulosos, trazo muy sumario y perfiles de apariencia pinchosa, con bruscos contraluces y evidentes desajustes en las proporciones de las figuras, lo despegan por completo de la grafía bien conocida de Vicente López para centrarlo, efectivamente, en la órbita los artistas valencianos que se formaron en su entorno, recordando muchísimo más de cerca la apariencia algo deslavazada de las composiciones religiosas de Miguel Parra y, todavía con mayor proximidad, a la pincelada corta y nerviosa del todavía poco conocido Antonio Crúa
CAMPS CAZORLA, Emilio. Inventario del Museo Lázaro Galdiano (1948-1950). DÍEZ, José Luis. La Pintura Española del siglo XIX en el Museo Lázaro Galdiano. Valencia: Fundación Bancaja, 2005. p. 404.