La documentación excepcional que nos ha llegado de esta obra no proporciona, desgraciadamente, ningún dato sobre el autor del trabajo, verdadero capricho del comitente, quien hizo representar a su perro preferido, a tamaño natural, con materiales nobles, sobre un almohadón de alabastro con adornos de bronce dorado y, más tarde, hacia 1683, cuando encargó el álbum de dibujos de todas sus antigüedades, lo incluyó en uno de los lugares destacados. También es significativo que fuera una de las pocas piezas de escultura que adquirió Carlos II en la almoneda organizada por la hija del marqués del Carpio, ya que el resto de la colección fue adquirida por Felipe V en 1728. El lamentable estado de conservación en que se halla tampoco ayuda a tomar una determinación sobre la autoría. Ha perdido el almohadón sobre el que estaba colocado y presenta fracturas en las cuatro patas y la cabeza en general.
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