Ingresa en el Museo como Pais con San Francisco en las zarzas de Jan Both. en el catálogo de 1873 se indentifica correcatamente la escena. Valdivieso (1973) lo identifica como el paisaje inventaridado en el Buen Retiro en 1701 y propone su atribución a Herman van Swanevelt, si bien con posible colaboración de Jan Both en el paisaje. Luna (1984), Braghahn (1986) y Steland (2009) apoyan la atribución a Van Swanevelt, que quedó oficialmente recogida en el Museo desde el último inventario (1990). Hasta 1972 figura en los inventarios y catálogos del Museo como compañero de (P02063 y P02064).
La escena combina dos episodios de la vida de San Benito de Nursia durante su retiro de tres años en la región agreste y rocossa de Subiaco (Roma): cuando se lanzó desnudo sobre las zarzas que había a la entrada de su cueva para vencer una fuerte tentación carnal puesta por el demonio; y cuando el demonio rompió la campanilla con la que a diario, al atardecer, Romano, el único que conocía el lugar de retiro del santo, anunciaba su presencia para hacerle llegar un cestillo con pan que descolgaba con una cuerda desde lo alto del elevado peñasco, a cuyos pies se situaba la cueva. La cruz clavada en el suelo, delante del santo, hace referencia a la gran devoción que San Benito tenía a la Santa Cruz, con la que hizo numerosos milagros. Luna apunta la posibilidad de que los edificios del fondo aludan al Monasterio de Monte Cassino, fundado por San Benito.
La composición está estructurada en planos de luces y sombras paralelos hacia el fondo. Entre una sombría y densa masa de árboles, que ocupa la mitad izquierda de la composición, y la pared rocosa intensamente iluminada de la derecha, se abre el espacio hacia la montaña que cierra el horizonte, bañado en luz de atardecer. El tratamiento pictórico de las hojas de los árboles y de la zarza es característico de Van Swanevelt. El tronco partido, un artificio que prácticamente se repite en todos los paisajes de este pintor, es utilizado aquí para indicar el precipicio que, de acuerdo con la leyenda rodeaba la cueva.
A pesar de que ya en el siglo XVII Von Sandrart alabó la capacidad de Van Swanevelt como pintor de figuras, tradicionalmente se ha venido aceptando la intervención de otros pintores en la ejecución de las mismas, puesto que en principio, no responden a la tipología características del pintor. La imagen readiográfica permite constatar que el espacio para las figuras está reservado desde el principio.
En 1701 figuraba todavía en el Palacio del Buen Retiro. Después de 1747 fue enviado al Palacio Real de Madrid, donde estuvo consignado en 1772. En 1794 volvió a figurar en el Buen Retiro, y desde allí fue enviado al Museo antes de 1834.
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