Juan Fernández fue uno de los pintores de bodegones más conocidos del siglo XVII. Fue una figura poco convencional para su época por ser un artista que vivía en el campo y trabajaba la tierra, lo que le valió el apodo de El Labrador.El artista ha pintado las flores bajo una potente iluminación sobre un fondo oscuro lo que hace que el color rosa quede casi desvaído en los puntos de luz.La flores se colocan en muy distintas posiciones, incluso totalmente vueltas, para proporcionar un mejor conocimiento de sus características. Aparecen en un modesto jarrón de barro, en una deliberada referencia al mundo rústico en el que vivía y que tanto intrigaba y deleitaba a sus coleccionistas.La relativa escasez de flores de este bodegón puede ser explicada, en parte, por el hecho de que, originalmente este motivo formaba parte de una composición más grande. Tal como conocemos el cuadro, es un fragmento de otro de mayor formato que fue recortado en el pasado por motivos desconocidos.
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