Según el libro del Génesis (1: 4, 3-12), los hijos de Adán, brindaron sendas ofrendas a Dios, siendo la de Abel del agrado del Señor y no así la de Caín. Celoso de su hermano, Caín mató a Abel, sufriendo la ira de Dios y el destierro.
La tradición establece además que Abel fue golpeado hasta la muerte con una quijada. Michel Coxie eligió el momento inmediatamente posterior al crimen. Abel yace de espaldas con la quijada sobre su cuerpo, mientras desde el cielo Dios destierra a Caín, en cuyo rostro se refleja la desesperación. Al fondo aparecen dos fuegos con las dos ofrendas. El de Abel, favorable a los ojos de Dios, es más grande, pues los bienes ofrecidos eran los mejores que poseía, al contrario que los pobres bienes ofrendados por Caín.
El cuadro denota la influencia de la pintura italiana en el arte de Coxie, especialmente en la robustez del cuerpo de Abel, directamente inspirado en la figura de Cristo del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.
Pese a ser Coxie uno de los pintores favoritos de Felipe II, la obra no aparece en España hasta 1746 como parte de la colección de la reina Isabel Farnesio.