Los cuatro tableros que componen la caja están unidos por medio de colas de milano, visibles por ambas caras. Tapa frontal abatible. Decorada al exterior con herrajes calados sobre terciopelo rojo tanto en los ángulos de refuerzo de las esquinas como bajo las cerraduras. Las bisagras introducidas en el tablero por su parte inferior se muestran al exterior por tres clavos de cabeza avenerada. La tapa abatible tiene dos pasadores de sujeción en los laterales y en el centro está la bocallave.
Frente dividido en tres calles verticales, las laterales con cajones iguales, que flanquean un cuerpo central con arquerías en la zona superior e inferior. La decoración queda limitada al cuerpo central, en el que los cajones superior e inferior presentan una alternancia de arcos rebajados y de medio punto, que cobijan respectivamente una moldura romboidal y una pequeña talla realizada con la técnica de uñada, que apoya sobre un zócalo, destacando del cuerpo central. Sobre los arcos aparecen unos pequeños botones, dorados al igual que los arcos y columnillas.
Posiblemente por influencias europeas se abandone la composición horizontal del frente, que era la más usual en los escritorios españoles. Sus tiradores en forma de concha dorada son típicos de los escritorios localizados en Salamanca pero que se hicieron al estilo de Salamanca en toda Castilla, como el escritorio del Museo Casa de Cervantes de Valladolid (Nº Inv 142) o el del Museo de Artes Decorativas de Madrid (Nº Inv 2.692)
Reflejan una tendencia a la desornamentación, imperante en un tipo de escritorios arquitectónicos, entre los que se incluyen la obra que se estudia, que surgen entre 1580 y 1630 atendiendo a una demanda que favorecía la implantación de tipos sencillos y aptos para contener documentos. Se caracterizaban por el abandono de la talla y la taracea excepto en algunas zonas aragonesas, que se prolongan a lo largo del siglo XVII.
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