Rubens combina en este baile de aldeanos las tradicionales escenas de campesinos flamencos popularizadas por Pieter Bruegel el Viejo (h.1525/30-1569), junto con las descripciones de danzas que abundan en la literatura clásica de tipo pastoral. Entre los danzantes se aprecia al dios Baco, coronado de hiedra y vestido con su tradicional piel de leopardo, y a un sátiro de torso desnudo. Al combinar figuras mitológicas y contemporáneas, Rubens dotó a esta escena del espíritu de una celebración bacanal antigua. La obra, que transmite la fuerte sensualidad de muchas de las creaciones realizadas después su segundo matrimonio, permaneció en su poder hasta que tras su muerte fue adquirida para Felipe IV.
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