En el interior de un barco dos pescadores de edad avanzada con semblante serio y preocupado atienden a otro más joven tendido en el suelo tras sufrir un accidente. Del torso de éste pende una medalla protectora contra los infortunios de la mar como el que acaba de sucederle. Alrededor de los personajes se observan diversos aperos de pesca e incluso algunos peces capturados.
El tema responde a una profunda preocupación social del artista, que muestra las penalidades del oficio de mar, entroncando con otros cuadros realizados por Sorolla hacia 1890. En este caso directamente inspirado en la visión sobre el tema del escritor Vicente Blasco Ibáñez en su novela Flor de Mayo.
De dibujo riguroso y descriptivo, es en el uso del color, en el que predominan los ocres, donde se observa el influjo de la tradición velazqueña. La composición desequilibrada hacia un lado, dota a la misma de una gran profundidad y algunos aspectos, como la cálida iluminación que procede de la escotilla, anuncian el protagonismo que la luz tendrá en la obra posterior de Sorolla.