Esta acuarela fue pintada en Roma, cuando Fortuny todavía guardaba en su memoria el ambiente y los tipos que había visto en su reciente estancia en Marruecos. Sin embargo, el elegido como modelo de la escena, es el escultor francés Prosper dEpinay, con quien Fortuny compartió las veladas posteriores a su viaje. Hay que destacar la extraordinaria y sobria paleta, sin embargo desarrolla un cromatismo rico en matices en torno a los ocres y a los grises.
Este cuadro ingresó en el Museo del Prado como parte del legado de Ramón de Errazu.
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