Tras prohibirle San Ambrosio la entrada en el templo a Teodosio, pasaron meses sin que éste pudiera acceder a la iglesia. El Emperador al no poder entrar en la catedral mandó a Rufino, su capitán general, para que convenciera al arzobispo de Milán. San Ambrosio se mantuvo firme en su decisión. No obstante Teodosio lo intentó de nuevo presentandose en la puerta del templo donde el santo le instó a realizar penitencia pública por su delito. El Emperador lo aceptó con gran humildad, con lo que San Ambrosio le permitió el acceso a la iglesia.
Como ya señalara Kinkead (1982), la escena que representó Valdés en este cuadro carecía de tradición pictórica y su yuxtaposición con la anterior (P07821) es absolutamente insólita. Cabe suponer, que su inclusión en la serie se debiera a la intención de aludir a la armonía ideal entre el poder espiritual y el temporal, subrayando como esta armonía sólo podría alcanzarse mediante el reconocimiento por parte de este último de la soberanía de la Iglesia en su esfera propia.
Destinado a formar pareja con el (P07821), éste presenta grandes semejanzas compositivas y ambientales con él. La escena se desarrolla de nuevo ante las puertas de una iglesia gótica, los edificios del fondo vuelven a evocar la Sevilla del siglo XVII, con una torre que alude de nuevo a la Giralda, y el pintor nos introduce en la escena a través de una escalinata. En ella aparece San Ambrosio con las vestiduras blancas propias de la Pascua bendiciendo benignamente a Teodosio, que revestido con su capa, pero ya sin corona, se arrodilla ante él juntando las manos en señal de reverencia y aceptación. La agitación que preside la escena anterior ha sido sustituida aquí por un aire de calma y meditación. Los clérigos que rodean al santo testifican, con su aire de concentración, la grandeza del acontecimiento que es comentada por dos caballeros a la derecha. Uno de ellos mira hacia el espectador introduciendole en la escena e invitándole a meditar sobre su significación. Y en el primer plano aparece un mendigo lisiado que ejerce el efecto de repoussoir ejerciendo el mismo efecto que los soldados de la obra anterior.
En este cuadro se encierra de nuevo una galería de retratos contemporáneos. Kinkead (1982) cree que algunos de ellos pueden ser Andrés Andrade de la Cal (el hombre situado más a la derecha y que mira al espectador), Justino de Neve (el canónigo que aparece detrás de San Ambrosio) y Juan Antonio de Miranda (el joven canónigo de pie situado el segundo a la izquierda de San Ambrosio). Todos estos personajes fueron retratados por Murillo, y alguno de ellos, como Neve, estuvo próximo a Spínola, que colaboró con él en la fundación del Hospital de Venerables de Sevilla
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