Atribuido con anterioridad a Hans Holbein, en la actualidad se juzga de mano de Joos van Cleve. Fue en Inglaterra donde, el pintor flamenco, pudo conocer la obra de Holbein, ya que su fama como retratista hizo que fuera reclamado por las cortes inglesa y francesa para pintar a Enrique VIII y a Francisco I respectivamente.
De origen desconocido, la obra procede de la Colección Real. En 1734 se salvó del incendio del Alcázar de Madrid.