Sobre la identificación de la escultura caben pocas dudas, pues las monedas de Cnido y las numerosas copias conservadas hablan por si solas. Sin embargo, suelen los estudiosos conceder particular valor a la copia del Vaticano, cuya cabeza, aunque procedente de otra copia, es también correcta. Por ello tiene particular valor la alabanza que dirigió Mengs, a mediados del siglo XVIII, a la presente obra: ´´En el palacio del rey de España en Madrid hay una cabeza en todo semejante a la de esta Venus del Vaticano, pero de una perfección tanto mayor, que no se puede comparar´´ (Carta a Monseñor Fabroni).Ciertamente, basta contemplar esta simple versión romana para imaginar el valor poético del original praxitélico, verdadera expresión de la charis o "gracia" de su arte. Incluso hoy podríamos compartir las opiniones estéticas de Luciano, quien a la hora de imaginar a la mujer ideal, sugería: "tomemos la cabeza de la Afrodita Cnidia; no será necesaria ninguna otra parte de su cuerpo desnudo; los laterales del cabello y la frente, y el trazo de las cejas los pondremos como los hizo Praxíteles, y lo sensual, a la par que radiante y alegre, de la mirada, también eso lo mantendremos como a él le parecio" (Imagg. 6).
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