Entre los variados encargos que ejecutó Manuel Salvador Carmona (1734-1820) en el año 1763 en Madrid, a su vuelta de París donde había sido nombrado grabador del Rey, destaca este grabado dedicado a la Virgen María. La estampa que probablemente formaría parte de alguna publicación mariana, como por ejemplo un Oficio parvo, reproduce una pintura de Antonio Palomino (1655-1726) conservada en el Museo del Prado (P02964). Con esta lámina de cobre (G05602) y de su correspondiente estampa (G05603), el Museo amplía el repertorio de imágenes relacionadas con sus obras propias. En este caso, un lienzo realizado en la época de madurez del pintor, entre 1695 y 1700, donde se representa bajo un suntuoso cortinaje rojo, la venida del Espíritu Santo con la figura entronizada de la Virgen rodeada de los apóstoles. La pintura formaba parte de la decoración interior del Convento de la Trinidad Calzada de Madrid, por tanto, era sobradamente conocida en época de Carmona. Si bien la composición general de la estampa refleja la del cuadro, tal vez a causa de las pequeñas dimensiones de la plancha y de la cantidad de personajes que aparecen en ella, se observan cambios, fundamentalmente en la colocación y actitud de los personajes, y en el encuadre más ajustado a la escena. Respecto al remate en medio punto de la pintura, en el grabado, Carmona ha aprovechado las esquinas superiores de la plancha para relegar a este espacio los cortinajes.
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