Un cercado, semicubierto por matorrales y arbustos floridos, abre paso a un camino que se pierde por la izquierda. Al fondo, el desmonte de una pendiente iluminada fuertemente por el sol da paso a la mole pétrea de los picos montañosos donde los juegos de luces y de sombras y las pinceladas briosas y empastadas van marcando los volúmenes y los accidentes geológicos. A la derecha, más difuminado, el contorno del macizo que se aleja en profundidad. Cielo cubierto.