La Virgen aparece sentada en un jardín dentro de una muralla, en alusión al hortus conclusus o huerto cerrado, símbolo que se refiere a su virginidad perpetua. En sus brazos tiene al Niño, que coge una manzana de mano de un ángel, una clara referencia a la redención del Pecado Original. Al otro lado un segundo ángel toca una viola de arco.
La composición deriva de un modelo de Rogier van der Weyden, y es un ejemplo más de este tipo de la Virgen con ángeles, tan difundida en la pintura flamenca. Sin embargo en esta ocasión la delicadeza del tratamiento del paisaje concede a esta versión un particular encanto.
Se considera obra de la época de madurez de Memling.