Francisco de los Santos en su descripción del Monasterio de El Escorial de 1667 cita esta obra en las estancias del capítulo del prior. La considera una de las mejores de cuantas colgaban de sus paredes y elogia su impacto en el espectador al mencionar cómo "no la mira ninguno, que no sienta en su corazón extraordinario gozo", lo que ilustra, el aprecio que se tenía a esta pintura en la época. Probablemente estaría allí colgada ya en 1660, dado que fue Velázquez, muerto ese año, quien remodeló las salas capitulares.La obra destaca por la caracterización de los estados de ánimo de los personajes y el grado de amorosa intimidad que transmite. El pecho descubierto de María es una alusión a su papel de fuente de vida.
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