Vestida con toca de viuda, la Reina, segunda esposa de Felipe IV que había fallecido en 1665, está sentada delante de un bufete de trabajo, donde se aprecia el papel, la pluma y el tintero. Los cuadros y espejos del fondo junto con la mesa sostenida por leones de bronce delatan que se encuentra en el Salón de los Espejos del antiguo Alcázar de Madrid.
El retrato hace alusión a la condición de reina viuda y regente de la Monarquía, que ha de llevar los asuntos de gobierno. La cortina y ciertos elementos siguen la tradición del retrato cortesano barroco. Sin embargo la posición sedente es opuesta al modelo tradicional de retrato femenino en pie, con pañuelo o abanico en las manos. Carreño logra así una imagen de la Reina menos amable, pero más eficaz, realizado en las mismas fechas en que era nombrado pintor del Rey.
Procede de El Escorial, de donde ingresó en el Museo en 1845.
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