Antonio Lanchares fue un pintor de corta trayectoria vital, del que nos ha llegado una obra muy escasa. De ella, debe destacarse esta pintura realizada en el año 1612, una visión nocturna de la adoración de los pastores en la que Lanchares atestigua, en una fecha muy temprana, un excelente conocimiento de la vanguardia artística italiana. Así, el empleo de tipos populares, la pincelada apretada, la composición sesgada y, sobre todo, el uso de una iluminación contrastada, responde a una estética caravaggista que seguramente Lanchares pudo aprender en la misma Italia, pues allí viajó en algún momento de su carrera, como algunos de sus contemporáneos atestiguan. Sin embargo, para algunos críticos, este tipo de representación podría explicarse en el propio devenir de la pintura madrileña, dependiente del importante foco artístico concentrado en el Monasterio de El Escorial a finales del siglo XVI. De hecho, Pérez Sánchez, rechazando la raigambre caravaggista de los tipos populares de esta tela, encontró en la obra del genovés Luca Cambiaso (1527-1585), desplazado al Escorial desde 1583, la referencia fundamental de este lienzo. Las composiciones intimistas del genovés, envueltas por una cálida luz nocturna, serían el referente fundamental para explicar esta composición. Es posible que Lanchares asumiera las innovaciones de Cambiaso, así como las propuestas del que fuera su maestro, Eugenio Cajés (1574-1634), del que recupera en esta Adoración el rostro idealizado de la Virgen o la actitud del Niño (Adoración de los Reyes, Budapest). Este círculo escurialense pudo ser un acicate para acercarse a la pintura más vanguardista de la península italiana, en una línea que en ciertos aspectos recuerda a lo logrado por Juan Bautista Maíno en fechas similares.