Es una de las obras más importantes de la producción tardía del pintor; destinada al que iba a ser el panteón familiar dentro de la Iglesia Conventual de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo. Para tal efecto, el artista recuperó un tema que había tratado en diversos momentos de su carrera, un símbolo de resurrección y eternidad que acompañaría los restos del pintor, probablemente autorretratado en el pastor del primer término. Se ha pensado que escogió este episodio por el significado de su apellido (Theotocopoulus) y la palabra griega Theotokos (Madre de Dios).
El panteón ideado dejó de ser tal muy pronto, y la tela cambió de ubicación dentro de la iglesia, sufriendo distintos deterioros. En 1954 fue adquirida para el Museo del Prado.