Pintura religiosa representada según los principios de verosimilitud e inmediatez propios del Barroco que aproximan el milagro a la sociedad al darle una apariencia cotidiana. El formato alargado, junto con el punto de fuga alto está determinado por la ubicación del cuadro en el cuerpo bajo de la calle izquierda de un retablo, facilitando la continuación del espacio real en el espacio fingido del lienzo, cuya tridimensionalidad acentúa el escorzo de los pastores y los animales del primer término.
Maíno, recién llegado de su viaje a Italia, interpreta en clave colorista, a la manera de Orazio Gentileschi, la pintura de Caravaggio, caracterizada por el uso de la luz dirigida, la elección de modelos populares y la inclusión en primer término de elementos de naturaleza muerta.
Junto con el lienzo de la Adoración de los Magos (P00886) es pintado para el retablo mayor de San Pedro Mártir de Toledo.