Un grupo de majos juega a los naipes en el campo, bajo la sombra de un toldo colocado en un árbol. Otro, detrás de ellos, hace señas a su compañero, para beneficiarle en la partida.
Goya emplea aquí una técnica nueva, de gran riqueza, en la que destacan los contrastes de luces y sombras, que acentúan el fuerte realismo de esta escena de engaño. Un tema con numerosos antecedentes en la cultura visual europea.
El tapiz resultante estaba destinado a colgar en el comedor de los príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el Palacio de El Pardo conservándose actualmente allí.