En su repetidas escenas de género, Teniers utiliza con frecuencia el tema de los jugadores de bolos y otros juegos campesinos como las bochas, entretenimientos muy populares en el mundo flamenco del siglo XVII.
El esquema compositivo utilizado aquí por Teniers es similar a otras obras suyas. En un extremo los volúmenes de las casas sirven de telón de fondo a la escena. En el otro, separado en esta ocasión por un talud de tierra, se desarrolla una perspectiva hacia un fondo de paisaje, donde se sitúa una pequeña población.
La presencia de un obelisco es el aspecto más singular de esta pintura, en la que Teniers repite motivos habituales en otras obras, como el grupo de bebedores delante de la puerta o la figura que asoma por la misma.