Raimundo de Madrazo fue el retratista por excelencia de la colonia española de clase acomodada que vivió en París en el último cuarto del siglo XIX, siendo este retrato de cuerpo entero, una muestra de la perfección preciosista que caracterizó a la retratística femenina del pintor, enmarcada generalmente por fondos relevantes como es el caso del tapiz floreado sobre el que destaca la figura elegante de la marquesa Manzanedo. De la suntuosidad y aparato del retrato, es testigo también el marco de talla en madera y bronce, con guirnaldas que invaden parte de la superficie pictórica, que se convierte también en protagonista excepcional de este retrato.
Nacida en Cuba en 1857, Josefa Manzanedo perteneció a una de las familias más acomodadas de su tiempo. Vivió en París y frecuentó la colonia de pintores españoles, manteniendo lazos económicos y sentimentales con Madrid, a donde se retiró al final de su vida, falleciendo en 1925.
Las colecciones del Museo del Prado guardan un segundo retrato de Josefa de Manzanedo, realizado en 1872 por Jean-Louis-Ernest Meissonier (P2628).
Esta obra fue legada al Museo del Prado por la retratada en 1927.
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