Se trata de una de las características marinas de Bellevois encaminadas a captar los efectos atmosféricos del Mar del Norte. En consecuencia, en la representación de los diversos elementos -figuras, embarcaciones y edificios del fondo- la fusión de todos los elementos en lo atmosférico prevalece sobre el detallismo. La composición se estructura en tres planos escalonados hacia el fondo, desde el primer plano oscuro hasta el horizonte, donde la luz del sol y se filtra a través de las densas nubes, dando lugar a un sutil juego de reflejos que funde el agua, la costa y el cielo. Este dramatismo se ve acentuado por el hecho de que, como es característico de las marinas holandesas de mediados del siglo XVII, la línea del horizonte es muy baja y, en consecuencia, el cielo ocupa dos tercios de la escena. La pincelada es suelta, lisa y uniforme. Rasgo característico de Bellevois es la representación de la espuma de las olas a base de finos trazos de blanco. La mezcla de barcos grandes y pequeños -un navío holandés, una galera turca y una embarcación con vela latina- navegando en diversas direcciones, y la costa en la lejanía, sugieren como escenario el estuario de un río.
Sus características formales y compositivas permiten fecharla a mediados de la década de 1660. Existe una composición similar en el Museum Abraham Bredius de La Haya, El Maas cerca de Dordrecht, fechada en 1663, si bien con otro tipo de embarcaciones.
Figuró en la colección de Carlos IV, cuando era príncipe de Asturias, en la Casa de Campo o Casita del Príncipe del Escorial. Ingresó en el Museo del Prado antes de 1843.