El origen de este cuadro y su pareja (P01058) se desconoce y únicamente se sabe que ingresaron durante el siglo XIX en el Museo de la Trinidad. Inicialmente se pensó que se trataba de obras anónimas de la escuela valenciana, según reza el primer catálogo llevado a cabo por Cruzada Villamil; no obstante, al entrar en el Prado y descubrirse la firma en la (P01058), se inventariaron con la correcta atribución a Bartolomé Pérez.Hay que destacar en ellas las influencias de Juan de Arellano, suegro y maestro de Pérez, que se hacen evidentes tanto en el concepto compositivo de los agrupamientos como en la manera de trabajar los pormenores, desde los pétalos al cestillo calado, además de la tipología floral que es muy similar en ambos autores, aproximándoles decididamente. La iluminación, sin embargo, al ser más poderosa, dramatiza el conjunto, creando una tensión estética a la que contribuye la gama cromática, mucho más intensa. El resultado es de una brillante teatralidad y riqueza de detalles muy acusada, lo que refuerza el valor decorativo, eminentemente barroco, de ambas piezas.
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