Busto de pequeño tamaño, con basa original de jaspe gris, veteado de amarillo y blanco. El monarca aparece representado en una edad madura, en torno a los cuarenta años, con barba, bigote y amplias entradas en la frente. Viste cuello con gorguera. La escultura presenta un modelado suave, poco detallado, en donde unicamente el iris de los ojos ha sido horadado y el cabello, el bigote, la barba y la ropa se han trabajado ligeramente. Llama la atención la gran calidad del pedestal, que es original, imitando a los antiguos, y que junto al reducido tamaño de la obra, contribuye a proporcionar un carácter de objeto de gabinete.
Lorente (1969) apuntó la posibilidad de que fuera obra de Pompeo Leoni, basándose en la estancia del artista en Madrid a partir de 1556 y en que sigue su estilo. Por su parte Estella (1993) lo ha publicado como uno de los posibles retratos que hicieron los italianos en la Corte española, en el entorno de Bonanome. Sin embargo, el hecho de haberse localizado en el inventario de las esculturas de don Diego Hurtado de Mendoza (Madrid 1994), arroja nuevos datos sobre la posible identificación del autor. Este personaje fue embajador de Carlos V en Venecia, Roma y otras ciudades de Italia, regresando a España en 1554, donde continuó sus labores diplomáticas bajo el mandato de Felipe II. El retrato de este último, por la edad que representa, tuvo que ser realizado ya en España, entre 1559 y 1575, año de la muerte de Hurtado de Mendoza. En sus últimos tiempos, el diplomático, había perdido la confianza del Rey, quien llegó incluso a desterrarlo a Granada. Partiendo de este hecho se puede lanzar la hipótesis de que la pieza fuera encargada en los primeros años del mandato de Felipe II, durante la década de 1560. Por esas fechas Pompeo Leoni estaba considerado como el primer escultor de Corte y trabajaba en su taller de Madrid, dando los últimos toques a la serie de retratos imperiales creados por su padre. Muy probablemente el comitente acudiría a él para encargarle esta obra de gabinete (en el inventario de sus bienes se recoge una cabeza en yeso de Felipe II), aunque tampoco se puede descartar, como ha sugerido Estella, que lo hiciera a los otros escultores italianos que se encontraban trabajando para Felipe II, Juan Bautista Bonanome o Juan Antonio Sormano.
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