La efigie del padre Cabanillas ofrece un ejemplo significativo de retrato de busto prolongado. Esta tipología permite un mayor acercamiento a los rasgos esenciales del personaje, reduciendo los elementos accesorios. Esta economía de medios, favorece la concentración del espectador en el rostro del protagonista. El pintor capta aquí la expresión atenta y serena del religioso, mientras el tosco hábito revela su pertenencia a la orden de San Francisco, como único y sencillo atributo. Ninguna insinuación de movimiento distrae la atención del observador, ni siquiera la sugerencia del paisaje campestre, convirtiendo el retrato en una invitación al acercamiento, casi intimo, del personaje, como conviene a un retrato privado.La relación de Cabanillas con la corte se pone de manifiesto en los contactos que mantuvo con la reina Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, a quien debió conocer en su estancia madrileña (1689-1701). Se trata pues de un personaje con algún ascendiente espiritual para la Soberana, quien conservó el retrato durante su exilio.
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