Esta tabla es un ejemplo bien significativo de los encargos que Luis de Morales y su taller asumieron de forma habitual; obras de pequeño formato destinadas a ilustrar las devociones particulares de anónimos comitentes. Como es frecuente en la época, los temas más requeridos giraban en torno a la Pasión y Muerte de Jesús, imágenes que ayudaban a conformar meditaciones personales sobre Cristo como instrumento fundamental de salvación. Las imágenes más repetidas se correspondían con la visión de Jesús escarnecido, aislado o acompañado por la Virgen dolorosa, o como el Niño Jesús, cuyo melancólico rostro aparece como una premonición del martirio posterior. La misma consideración pasionista se refleja en esta Alegoría cristiana, una obra de mayor complejidad iconográfica cuya lectura ha provocado distintas interpretaciones. Momentos antes de su crucifixión, Jesús aparece acompañado por dos hombres, un verdugo que, siguiendo constumbres medievales, es representado como un personaje de ceño fruncido, de estatura más baja que Jesús y de piel igualmente más oscura. Viste supuestamente a la romana, aunque en realidad el jubón acuchillado, calzas y polainas eran la indumentaria propia de la época de Morales. Esta figura lleva consigo el martillo y una cesta con los clavos martiriales; la cruz aparece en un forzado escorzo en el suelo, muy próxima al tercer personaje, un hombre arrodillado ante el Salvador. Esta figura se cubre con un paño blanco, seguramente un sudario. Se le ha identificado como Simón Cireneo, también se ha pensado que podría tratarse del Buen Ladrón, arrepentido de sus pecados antes de compartir la muerte con Jesús, o ser una representación genérica del pecador contrito, en contraposición al impenitente, el individuo que porta los instrumentos de la Pasión.Recogiéndose todas estas lecturas, más recientemente se ha pensado que la tabla pudiera tratarse de una alegoría de carácter funerario, donde Jesús aparece como consuelo y esperanza de perdón y resurrección gracias a su sacrificio en la cruz. En esta interpretación, el hombre suplicante y desnudo se relacionaría con el encargo concreto de la pintura, siendo este o su familia los comitentes de la tabla. Esta fórmula de reflexión alegórica pudo inspirarse en la espiritualidad propuesta por San Juan de Ribera. Ribera fue obispo de Badajoz entre 1562 y 1569, las fechas con las que también se vincula estilísticamente esta tabla.