Vista de acantilados rocosos pintada del natural. Las pinceladas, cortas y rápidas, y la atención prestada a los efectos de la luz sobre las rocas, el mar verdoso, las casas encaladas y el cielo de profundos azules, revela la cercanía de Gimeno con la pintura contemporánea europea, especialmente la francesa, donde la práctica de la pintura en plena naturaleza abrió un nuevo camino artístico que desembocaría en el Impresionismo.
Esta obra fue adquirida para el desaparecido Museo de Arte Moderno por Orden Ministerial de 19 de octubre de 1956.