Pintura de devoción privada en la que Giordano presenta a San Pedro arrepentido derramando lágrimas de aflicción, después de haber negado a Cristo por tres veces. Con la mirada elevada al cielo, las manos entrelazadas sobre el pecho en gesto de piadosa oración y actitud de profundo recogimiento, el Apóstol implora perdón por su pecado. Sobre la piedra del primer término, en la que han quedado marcados los profundos surcos de sus lágrimas, descansa la llave que lo identifica como fundador de la Iglesia.
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