El lienzo responde a las pautas más características de los retratos de encargo pintados por Federico de Madrazo en su madurez .Está resuelto con todas las convenciones al uso, que tanta fama dieron a este maestro entre la clientela de la alta sociedad isabelina de su tiempo, insistiendo en los valores decorativos de adornos y joyas e infundiendo a sus modelos una elegancia distante de la que a veces carecían en realidad, y que, junto a sus excepcionales dotes técnicas, fueron la clave de su éxito. Todo ello queda bien de manifiesto en el presente retrato, fundamentalmente en el tratamiento de las carnaciones, modeladas a base de suavísimas esfumaturas, así como en expresividad de la mirada, que en este caso subraya la altivez de la dama, al estar retratada desde un punto de vista ligeramente bajo para hacer más esbelta su figura. Retrato inédito hasta ahora en la bibliografía dedicada al artista, se desconoce la identidad de la modelo