Plato de ala con arista marcada. Base anular, fondo ligeramente cóncavo y ala convexa. Sobre fondo de esmalte blanco cremoso, pintado a pincel en azul oscuro y colores amarillo limón, azul claro y ocre. La cenefa del ala, flanqueada por circunferencias concéntricas, se separa del disco central por un anillo sin pintar, estructura que remite a la tradición de la serie talaverana de la espiral. El ala presenta una decoración de hojas carnosas y alargadas, con puntos o pequeños trazos paralelos a ambos lados. Tanto la decoración vegetal como animal se siluetea en cobalto.

En el centro presenta la figura de un ave de perfil, que apoya sobre un suelo con matas y grandes piedras redondeadas. Del suelo nacen ramas de fino tallo con decoración de hojas, flores y vástagos que se repiten a ambos lados del ave. Fondo celeste en forma de manchas claras.
Hay un deseo de reproducir un entorno natural, al igual que en la serie punteada. Este concepto de naturalismo aplicado a la cerámica aparece a lo largo del siglo XVI en los azulejos, en concreto los sevillanos, y en las series punteadas y de las mariposas.

Pertenece, al igual que el plato, al discutido grupo denominado serie punteada, relacionada con producciones de azulejos talaveranos del último tercio del siglo XVI y con ejemplares de Puente del Arzobispo y Úbeda (Jaén). El uso del punteado en la cerámica se remonta a fechas tempranas: aparecen en el siglo XIII, en las producciones almohades. Primeramente consisten en agrupaciones de tres puntos que se disponen como si fueran vértices de un triángulo, como en la cerámica verde y manganeso de Paterna del siglo XIV para pasar después a rellenar espacios con puntos dispuestos sin orden preconcebido como se ve en las series azules de Paterna del siglo XV o las primeras lozas doradas de Manises.

Esta serie, como señala González Zamora, refleja la influencia de ciertas lozas de Deruta, del segundo cuarto del siglo XVI, en sus copas y platos amatorios silueteados en cobalto y a los que se añade la policromía pero la decoración de las alas es genuinamente española: el diseño vegetal sinusoide es una constante mediterránea, se documenta en cerámicas como las cráteras del Museo de Argos del VIII a.C. o en las miniaturas de Bernat Martorell al decorar los comentarios de los Usatges.