Felipe V, hijo del Gran Delfín y nieto de Luis XIV de Francia, nació en Versalles en 1683, fue proclamado rey de España en 1700 y murió en Madrid en 1746. Isabel de Farnesio, hija de Odoardo II Farnesio, duque de Parma, nació en esta última ciudad en 1692, contrajo matrimonio con Felipe V, de quien fue la segunda esposa, en 1714 y falleció en Aranjuez en 1766.
Los reyes aparecen solos, en el marco de un suntuoso salón palaciego, repitiendo con aparente exactitud el grupo central del gran lienzo que muestra al primer Borbón rodeado de su familia, obra también de Louis Michel van Loo, perteneciente al Museo del Prado (P00223). La presente obra supone un estudio previo para el enorme cuadro dinástico mencionado y despliega un espíritu más concreto y adecuado con la edad de los soberanos, que aparecen tratados de manera directa y poco halagadora. Tal circunstancia se aprecia mejor en el rey, cuyo rostro muestra claramente agotamiento y senectud, por contraste con su imagen definitiva y popularizada, sensible y positivamente cambiada, en el gran retrato colectivo. Cabe pensar que Van Loo, consumado artista cortesano pintó primero al monarca en su verdadero aspecto y, posteriormente, transformó sus facciones con objeto de hacerle figurar dignamente de manera acorde con el resto de la regia parentela. Por el contrario, la actitud altiva y dominante de la reina posee el aplomo y exuberancia formal habituales en ella. En ambos, la indumentaria resulta magnífica y, tanto las joyas como las insignias, lucen con el acierto y la simbología requeridos para este tipo de imágenes oficiales, en las que la prosopopeya es preceptiva para enaltecer a los protagonistas a fin de procurarles una ambientación efectista e imponente, que transmita un mensaje de poder y majestad, bien armonizados.
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