Retrato de Federico II Gonzaga (1500-1540), duque de Mantua, vestido con jubón azul adornado con un rosario, sujetando la espada con la mano izquierda y acompañado por un perro maltés.
Federico fue patrono de algunos de los más grandes artistas italianos del siglo XVI, como Giulio Romano, Correggio y Tiziano, quien le retrató varias veces. Este retrato forma parte de la estrategia que el Duque ideó en 1529 para encontrar esposa. Este tipo de perro, más habitual en retratos femeninos, hace alusión a la fidelidad conyugal y el rosario intenta redimir al retratado de su pasado disoluto.
De la colección ducal de Mantua, el retrato pasó a la de Carlos I de Inglaterra, a cuya muerte lo adquirió el marqués de Leganés, citándose en sus inventarios de 1642 y 1655. Sus herederos lo entregaron a Felipe IV (1605-1665). En España se inventaría por primera vez en el Alcázar de Madrid en 1666. Ingresó en el Museo del Prado en 1821.
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