Sorolla retrató en varias ocasiones al pintor Aureliano de Beruete, artista de la generación anterior a la suya por el que profesaba una sincera admiración y con el que le unía una gran amistad. Beruete sentado con gran naturalidad sobre un sillón, es captado en una imagen que recuerda una instantánea fotográfica: apenas ha llegado, el abrigo descansa sobre el respaldo, aún no se ha despojado de sus guantes y sostiene todavía el sombrero en la mano. La posición sedente del retratado, girado casi de perfil, es habitual en muchos retratos del artista.
Sin embargo, a pesar de esta modernidad, algunos aspectos como la oscura tonalidad general coinciden con las características del retrato tradicional español.
La obra fue vista en 1904 por Archer Milton Huntington, descubridor de Sorolla y fundador de la Hispanic Society de America, quien la solicitó para su Galería de Hombres Ilustres. Consultado Beruete, rehusó cederla, debiendo Sorolla realizar otro retrato para su gran mecenas americano.
El retrato, pareja de la imagen de su esposa (P4655), permaneció en poder de ésta hasta que fue donado al Museo de Arte Moderno en 1922.
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