El hermano de Felipe IV fue retratado por el artista inmediatamente después de asumir el gobierno de los Países Bajos meridionales, en conmemoración de la relevante victoria que había obtenido sobre el ejército protestante en su viaje desde Milán a Bruselas. El artista ideó una imagen ecuestre a la antigua, donde la serenidad del cardenal contrasta con la agitación del caballo. Los habituales elementos alusivos a la capacidad militar y de gobierno se unen al águila, símbolo de los Habsburgo, y a la alegoría de la Venganza Divina, completando el mensaje victorioso. Probablemente éste sea el retrato que el secretario Real Miguel de Olivares adquirió para el Rey hacia 1645 a los herederos de Rubens.