Jacob Jordaens nació en Amberes en 1593 e inició su formación junto a
Adam van Noort, con cuya hija Catalina se casó en 1616. Hacia 1620 conoció
a Rubens, con el que colaboró estrechamente en la realización de gran número
de pinturas. Pintó también cuadros de su propia inspiración, en muchos de los
cuales se aprecia su interés por los temas cotidianos y populares. Gozó de gran
consideración social y dirigió un gran taller durante treinta años. Falleció en
Amberes en 1678.
El pintor sitúa la escena en un patio rodeado por un gran pórtico de tres arcos
a la izquierda, tras el que se observa un jardín con balaustrada, y otro con arcos
en perspectiva al fondo, que recuerdan la casa de Rubens en Amberes. A la
derecha se ve una fuente decorada con una estatua de Cupido que cabalga sobre
un delfín.
El centro de la composición está poblado de figuras femeninas que proceden
a secarse y vestirse después del baño. Un genio les ofrece una cesta con frutas
y vino, y otro lleva una bandeja con un pavo real, mientras un segundo pavo
extiende su cola junto a la fuente. Por el aire revolotean otros grupos de
geniecillos, descorriendo una cortina, sosteniendo un cuerno de la abundancia,
o lanzando flores desde lo más alto, cerca de un papagayo que les mira.
Debido a la dificultad iconográfica que presenta, esta composición, realizada
hacia 1630, fue conocida en diferentes catálogos como El baño de Diana o Diosas
y ninfas después del baño. Pero hoy en día, y a la vista de las muchas referencias al
amor que en ella se detectan, se cree más probable que Jordaens aborde aquí el
feliz desenlace de la leyenda de Cupido y Psique, recogida por el autor romano
Apuleyo en su novela Metamorfosis o El asno de oro.
La pintura mostraría así el momento en que Psique –la personificación del
alma en la mitología clásica– procede a acicalarse, en compañía de algunas diosas
y ninfas, para su boda con el dios del Amor. Se ha creído reconocer a Psique
en la joven que tiende sus brazos hacia el joven alado, al que se ha identificado
como Cupido. La inclusión de los pavos reales avalaría, asimismo, la presencia
de Juno, diosa del matrimonio.