El busto del hombre barbado que aparece en la hornacina ovalada, dentro del edículo de la parte superior del monumento, es la clave para la identificación de la persona que se conmemora. El panteón rememora también a dos mujeres, cuyos bustos aparecen en las hornacinas ovaladas que aparecen debajo, a ambos lados, y que podrían ser la madre y la esposa del difunto. Tres alegorías femeninas ocupan las hornacinas del piso central. Los paneles del centro y de la izquierda llevan la inscripción epitaphio, para indicar dónde debían situarse éstos. Aunque ciertamente la adjudicación de la autoría a Cellini es caprichosa, el dibujo parece reflejar efectivamente una invención del siglo XVI florentino. Mientras el dibujo estuvo en la colección de Fernández Durán, se mantuvo la atribución a Cellini.