Sereno paisaje de la desembocadura del río Bidasoa en el mar Cantábrico tomado desde el arenal de Fuenterrabía.
Este paisaje, junto a otras dieciséis obras, fue presentado por Rico a la Exposición Universal de París de 1878, donde fue calificado como “espirituales, composiciones que parecen realizadas con gotas de luz en la punta del pincel”.
Este cuadro ingresó en el Museo del Prado como parte del legado de Ramón de Errazu.